martes, 11 de diciembre de 2012

Del baldío de Higueras al predio Pablo Aimar



Jorge Artundo lo soñó, pero no encontró la forma de hacerlo. Quizás una de sus mejores decisiones de gobierno como presidente de Estudiantes haya sido dejarlos hacer, a ese grupo de padres de jugadores de inferiores, que por el 2005 le llevaron la inquietud de la ampliación del sector de fútbol infantil y juvenil. Debo reconocer que en un principio los miré con esceptisismo. Programar tamaña obra, desde afuera, en un club en el que poco se hacía y en un lugar que sólo eran montañas de tierra, sonaba imposible. Fueron pocos los que emprendieron la tarea. Sin embargo, con dedicación, mucho esfuerzo y trabajo lo hicieron. Yo vi cuando ese lugar era un anexo de las sierras y me maravillé cuando me invitaron a ver lo preliminar de las obras. Gran emoción me causó ese día verlos poner el primer arco en la canchita de fútbol infantil. El Complejo Polideportivo Pablo César Aimar se inauguró en abril de 2006 y ahí Artundo también fue grande dejando el protagonismo del acto en los verdaderos hacedores: la comisión de padres y los jugadores de inferiores. El "Predio" como se lo conoció de manera general se convirtió en un lugar único para el fútbol formativo, admirado por todos los que lo visitaron. También es un ejemplo de cómo la unión y el trabajo pueden transformar radicalmente algo. Creí que esta historia merecía ser contada porque muchos desconocen cómo fue la gestación del Predio y porque marcó una etapa importante e inolvidable en el club. Hoy en épocas de cambios el desafío será no solamente mantenerlo sino hacerlo cada vez más grande.