Tomás Romero, el “Tierno” es uno de los más
grandes símbolos de Estudiantes.
Fue jugador de fútbol, básquet, bochas,
director técnico y se encargó de manejar el Club desde los años 30 hasta
mediados de la década del 60.
Vivía dentro del estadio (en la casa que
luego habitó Doña Ercilia) y allí junto a su inseparable Delia vieron nacer a
sus hijos y hasta alguno de sus nietos.
El Tierno oficialmente se retiró del fútbol
allá por 1953 aunque en realidad jamás pudo dejar las canchas.
Al abandonar los cortos era DT, utilero,
delegado, reclutador de talentos, todo lo que hiciese falta para tener apunto
al equipo.
Ese poder que tenía sobre todo en algunas
ocasiones lo aprovechaba a más no poder. Tan grande era su amor por jugar a la
pelota, que en ciertos momentos sentía el deseo irrefrenable de estar nuevamente
en el campo de juego y se ponía en el equipo. Para eso buscaba al más joven,
inexperto o al “nuevo”, y una de sus tretas era esconderle el carnet o hacerle
desaparecer los botines. Y para no salir con unos menos estaba él, siempre
listo, y con la celeste debajo del buzo, presto para salir a la cancha.
La foto que ilustra la historia es de 1960
y ahí se lo ve a Tomás, a 7 años de su retiro y siendo el técnico de la Primera, con la misma
camiseta que sus jugadores. Esa que nunca pudo despegarse de la piel.