martes, 8 de diciembre de 2009

CHAU TORPEDO


Caso raro el de Martín Ezequiel Uranga, diría alguien que ve por arriba y sin profundizar la actualidad de Estudiantes. Si no cómo explicar que un jugador que llega como refuerzo goleador, mete sólo un gol y se convierte en ídolo de la hinchada celeste.
Tiene explicación y no se necesitan muchas palabras para hacerlo. Una es Personalidad, la otra Entrega.
Con esos atributos compensó la ausencia de goles.
La personalidad para imponer su presencia y marcar que ahí estaba él. Cómo en aquel clásico (el del Bottinazo) que tras el saque inicial lo levantó por los aires a Álvarez, dejando pasmado a todo un estadio que no entendía nada, poniendo en claro los puntos de cómo iba ser la mano.
La entrega para correrlas a todas y no dar por perdida ninguna pelota y chocar y pelear incansablemente con las defensas contrarias, haciendo que ese esfuerzo no se confunda con la acción de un jugador “tribunero”.
Cuando estuvo en cancha el público aplaudió cada una de sus jugadas, cuando estuvo en el banco, en medio del aliento sonaba el “¡¡¡ponelo a Uranga!!!”, seguido del “Uraaanga, Uraaanga”.
Pasó el festejo por el ascenso y se quedó buscando la revancha. Se puso en buena forma en la pretemporada pero una lesión en un amistoso ante Instituto lo relegó.
Volvió, la gente lo seguía pidiendo, pero la suerte continuaba esquiva.
Pudo cambiar una noche contra Maipú pero la indecencia de una terna arbitral no quiso. Pudo cambiar en otra, ante Talleres, pero un arquero no quiso concederle más gloria a nuestro artillero.
Esa noche creo que presintió el final, recuerdo verlo en la utilería, con la mirada en el infinito y deseando volver el tiempo unos minutos para bajar el arco de un torpedazo.
Hoy la situación del equipo requiere buscar soluciones inmediatas y la necesidad de goles lleva a un cambio de actores. En esa renovación entra Martín, que deja el equipo buscando nuevos desafíos. Un mensaje de agradecimiento al hincha por el cariño recibido, en su página de facebook, recoge como respuesta el dolor del hincha celeste por la partida del ídolo, pero también la firme esperanza de que volverá.
El día del festejo por el ascenso le dije: “si necesitaras buscar club, mostrás un video de la hinchada pidiéndote, y con solo eso a nadie se le ocurriría preguntar si hiciste muchos goles”, él soltó una carcajada y me dijo, “tenés razón, en qué lugar bancarían así a un goleador que no hace goles”. Siempre fue autocrítico y el hacerse cargo de la situación lo mentalizaba en positivo para intentar revertir la historia.
Los casos de idolatría como este no requieren de muchos argumentos para ser revelados, ya que es la personalidad del ídolo y no la acción heroica lo que la genera.
Quien no te conoció no lo entendería nunca.
Chau amigo, hasta pronto.