miércoles, 24 de enero de 2018

ESTUDIANTES VIVIÓ SU NOCHE SOÑADA

El anhelo en común de Pablo Aimar y Estudiantes se cristalizó anoche en el Candini. Ahora entre el celeste y su máxima figura ya no quedan cuentas pendientes. El deseo de ambos fue tan fuerte que se multiplicó y mutó en cada uno de los que aman el fútbol y la figura de Pablo. Porque además de con sus dotes para acariciar la redonda el crack riocuartense seduce con su imagen. Esa que exterioriza con sus medidas y certeras declaraciones y respalda con su conducta.
Anoche hubo un partido de fútbol. Pero no fue solamente eso. Fue un hecho cultural y social. El partido además de ser un acontecimiento en si mismo, por ser la Copa Argentina un torneo de orden nacional, estando la clasificación en juego, la presencia de Pablo lo magnifica por todo lo que él significa. Traspasa lo deportivo.
Pablo se vistió con la celeste, se encolumnó junto a su hermano Andrés y sus compañeros y emergió hacia la multitud que abarrotó el Estadio como en sus épocas de máxima gloria en los ochenta. El recibimiento fue apoteótico. Todos se hicieron uno y el aplauso, el grito y la ovación fue ensordecedor.
No me quedan dudas que al partido lo jugó al igual que cada uno de su extensa y exitosa carrera: sin guardarse nada. Con profunda responsabilidad, adoptando el rol de mando, tomando decisiones, con la necesidad de dar vuelta el resultado.
El momento del adiós fue cuando el reloj marcaba 5 minutos del segundo tiempo. El cartel del cambio tenía el número 10. Le devolvió la cinta de capitán a Andrés y lo abrazó sonriente. Al saludo de sus fieles  respondió elevando sus brazos al cielo. En su rostro podía verse el esfuerzo físico, pero sobre toda las cosas la sensación de que era feliz.