viernes, 23 de octubre de 2020

HASTA SIEMPRE QUERIDO CARLITOS




Cuanta tristeza causa el enterarse de la noticia del fallecimiento de alguien tan entrañable como Carlos Galíndez. Con él se nos va un cacho gigante de la historia de Estudiantes. Esa que comenzó a forjar su padre, Gregorio, como jugador en 1931, para continuarla luego como dirigente y parte importante de la famosa sección Cadetes. Ese legado lo mantuvieron sus hijos Osvaldo, Hugo y por supuesto Carlos

Zaguero central de la famosa Cuarta que dirigia Odierno pasó con todos su compañeros a Primera en los albores de la década del 50, pero al cambiar de trabajo se fue. Después de un periplo por clubes de Marcos Juárez, Leones, Corral de Bustos, Cañada de Gómez, retornó en 1961 a Estudiantes para consagrarse campeón en varias oportunidades. En 1966, después de una lesión, dejó el fútbol.

Las generaciones más jóvenes de hinchas de Estudiantes comenzaron a verlo junto a Juan José Irigoyen, y desde ahí se convirtió en una infaltable presencia para todo lo que era la vida del Club. Llegaba en su bicicleta (esa que en la parrilla tenía el cajoncito de las sodas) saludando a todo el mundo, porque todos lo conocían. Y cómo no, si, aunque él decía que había nacido en el molino (donde trabajaba su padre Gregorio y tenía su casa), era de pura cepa celeste. De Estudiantes de toda la vida.

Acompañando en los viajes, cuidando el campo de juego, ayudando en lo que hiciese falta, pasó su última etapa en el Club. Si lo querías ver durante un partido era fácil encontrarlo: en los extremos de la techada, para el lado que atacara Estudiantes, e inalterable ese primer tiempo visto con el flaco Brasca. En la previa jamás faltaban en los bolsillos de su campera los ajos, por si hacía falta algo de ayuda para ganar.

Me nutrió de historia Celeste contándome al detalle la vida de su familia y m
e honró con su amistad. A veces se aparecía por mi casa con esa pregunta que sabía que a mi me deslumbraba y despertaba mi curiosidad: "Marcelito alguna vez te mostré esta foto". Y de allí surgían infinidad de anécdotas.
Recuerdo la última vez que lo ví y me emociono. Llegó a la puerta de prensa y me dijo que me estaba buscando para mostrarme algo, se levantó el pulover y dejó relucir la camiseta de piqué tipo chomba que Estudiantes usaba en los 60. "Es con la que salí campeón en el 62", me dijo orgulloso.
Hasta siempre querido Carlitos...