lunes, 8 de junio de 2009

CHAU RODRIGO, LA CELESTE TE VA A EXTRAÑAR


Hay momentos en la vida en que hay que tomar decisiones trascendentales, basándonos más en la razón que en el corazón. Así fue que Rodrigo Siravegna tomó la determinación de dejar de ser jugador de Estudiantes. Si por él fuera, no tengo dudas, jamás se sacaría la casaca de sus sueños, pero ese amor por la celeste es tan real y sincero, que prefirió alejarse a quedarse sin poder pelearla al ciento por ciento.
Rodrigo debutó en primera en septiembre de 1995, en un equipo que venía de salir campeón y dirigía Jorge Sturniolo. En 1997 llegó la consolidación en la primera local en un equipo plagado de juveniles, dirigidos por su padre Juan, y que ese año se consagró campeón riocuartense. Tras un paso por Quilmes volvió a Estudiantes y pasó a integrar los planteles del Argentino A, torneo en que debutó en febrero de 2000. Los dos años que siguieron a su debut fueron una mezcla rápida de sensaciones ya que se dio el descenso al Argentino B (ante Huracán de Corrientes, partido en que marcó un gol y según él fue una de sus mejores actuaciones), el campeonato de la Liga Regional 2000, el ascenso del 2001 y la suspensión en el Argentino A 2001/02, cuando el nivel de su juego era superlativo. Ese duro golpe no lo tumbó y no renunció a la pelea. Se recibió de profesor de educación física y dio sus primeros pasos como preparador físico en las juveniles. Un año y medio después cumplió la suspensión y tuvo el regreso soñado: 21 de septiembre de 2003 por la Liga, ante Juventud Unida y marcando un gol. En el 2004 tuvo otra gran alegría al ganar el torneo de la Liga Regional jugando un gran campeonato.
Nunca se guardó nada, siempre manifestó su parecer y esa actitud frontal hizo que tuviera que emigrar algunas veces. Primero a Cipolletti, luego a Juventud Unida de Baigorria y el último en Renny de W. Escalante.
En abril de 2008 se produjo su último retorno. “Vuelvo pensando con el corazón” me dijo, “sos un referente que puede serle muy útil a los pibes del plantel” le contesté. Un par de lesiones le complicaron el año. Se repuso y hasta jugó por el Argentino. Cuando no pudo estar en cancha alentó desde la tribuna y fue uno más en Posadas gritando por el celeste.
No podría haber elegido mejor momento: se va con un ascenso y es el cierre justo para sus casi 15 años en la primera celeste.
Se va un jugador que dejó todo en la cancha. Se va alguien que siente a Estudiantes hasta los huesos. Se va un amigo.
Hoy Rodrigo le dice adiós a Estudiantes, aunque, en el fondo sabemos que es sólo una cuestión formal: por más que se ponga la de cualquier otro equipo siempre llevará la casaca celeste prendida en la piel. Chau.