jueves, 26 de abril de 2007

HOMENAJE A RAMON PENAYO


AHÍ VIENE RAMÓN, LA ALEGRÍA DE MI ALMA

"Ahí viene Ramón, despacito casi lento"
Después de que bocharan a impronunciables delanteros, así llegó él, con su figura desgarbada, con su hablar porteño, la tranquilidad de su Formosa natal y la condición de verdugo por ese gol que nos había hecho. Primer partido y el infortunio del penal atajado que retrasa el nacimiento del romance.
"Ahí viene Ramón, de músico ligero"
La cosa comenzó de a poco. Algunas corridas, aguantes de balón ante temibles defensores, pero con timidez, hasta que en una calurosa mañana de Maipú la pasión explotó. Las hizo todas, se coronó con un gol y la gente pagó tributo. Después todo fue más fácil y cuando se hablaba de sus años era para darlos como ejemplo de vitalidad. Es que Ramón renovaba la chapa de ídolo en base a sacrificio. En los minutos finales y cuando parecía que ya había entregado todo, deslumbraba con su último truco y desataba el delirio.
"Ahí viene Ramón, con la sonrisa en su mirada"
Su público no sólo lo idolatró en el campo de juego. Fuera del escenario recibió innumerables demostraciones de afecto. Su respuesta fue un gracias, una palmada afectuosa, siempre con esa sonrisa que le enmarca su norteño rostro.
"Ahí viene Ramón, la alegría de mi alma"
De mi alma y la de muchos, y para encontrar un grado así de cariño ante un jugador de afuera me llevaría a muchos años atrás, pero no voy a buscar comparaciones porque hoy es el día de Ramón.
Cuando releo el estribillo de la canción de Kapanga "Ramón", que me sirve para marcar cada párrafo de estas líneas, me pregunto si se habrán inspirado en él para componerlas porque se ajustan de manera perfecta. No creo. Si estoy seguro de que Ramón merecería una canción. También estas líneas.

Hoy Ramón cambió temporariamente de club, pero el recuerdo de como se brindó por el cele quedará inalterable por siempre. Hasta la vuelta Ramón y suerte en esta nueva etapa.