miércoles, 25 de abril de 2007

TRISTE Y SOLITARIO FINAL

Ayer a la tarde concurrimos al Ciudad de Río Cuarto para presenciar la despedida del plantel que disputó el último Argentino B. Cuatro personas, nada más, viendo como cada uno de los participes de este proceso iba dejando el vestuario, con todas sus pertenencias y la incertidumbre de no saber que les deparará el futuro. Fueron muchos los testimonios que pudimos recoger. Un integrante del cuerpo técnico nos decía, "esta parte es la peor, despedirte de todos y no saber cuando los volvés a ver. Lástima que esto ya se está haciendo una costumbre en Estudiantes". Los refuerzos foráneos se despedían de todos y cuando le consultábamos a algunos jugadores del club si mañana (por hoy) iban a jugar frente a Juventud Unida por el local nos respondían todos: "nadie está citado". También se comentaba que Gasparini no iba a ser el técnico por lo que es de suponer que ya a esa hora se sabía que no se jugaba el partido. Con respecto a este tema se habla de cuidar la integridad de los jugadores y que a la policía le era imposible contener a los hinchas que el lunes reclamaban la parte del león en la sede, pero ayer no había nadie que protegiera al plantel. Estaban solos, junto a nosotros y los empleados del club. La cara de desazón, por lo futbolístico e institucional, era una constante en esa tarde de otoño. Parados en la puerta del club, notábamos como todos los que pasaban en auto, yendo al norte o viniendo, giraban sus cabezas para ver si en el ingreso de A. A. Estudiantes sucedía algo. La tarde de martes la cerramos tipo 18 cuando se arrimó a nosotros una figura mítica del club, testigo presencial de los momentos de gloria celestes. "Lo que ví es increíble. No puedo creer que esto le esté pasando a Estudiantes", manifestaba sin poder encontrarle una causa a lo sucedido.
Eso nos pasa a todos. Ni la mente del más pesismista podría haber imaginado este final. Jamás hubiera deseado ver ese panorama. Quizás fui allí con la esperanza de despertarme de este mal sueño. No puedo recordar nada, sin una tristeza tan honda que casi no se me revela.